Había una vez un superhéroe que no tenía una
vestimenta particular sino que le gustaba estar bien combinado
Había una vez un superhéroe que no tenía un
arma de fuego sino una axila con la cual daba abrigo y confort
Había una vez un superhéroe que no tenía
tenia mayor rival que el “pacheco navideño”, pero que esto no lo achicopala
sino que lo resolvía con su doble mono, doble par de medias, guantes y
pasamontaña
Había una vez un superhéroe que no volaba
sino que se desplazaba en dos ruedas
Había una vez un superhéroe que era capaz de
desarmar su vehículo para hacer un experimento de física
Había una vez un superhéroe que no que había
que llamarlo para recibir su ayuda, sino que te buscaba para brindarte su mano
amiga
Había una vez un superhéroe que volvió a la
vida para entregar un abrazo que tenía pendiente.
Había una vez un superhéroe que no podía
hacer que te dejara de doler la barriga, o el diente recién sacado, o la cabeza,
pero era experto en brindar la mejor de las consolaciones
Había una vez un superhéroe que no vivía para
él sino para sus seres amados
Había una vez un superhéroe que no tenia súper
poderes y eso lo hacia súper, era un superhéroe que lloraba, reía y cantaba
Había una vez un superhéroe que hasta las
historias mas sencillas las hacia como sacadas de libros llenos de acción,
drama y comedia
Había una vez un superhéroe que donde llegaba
silbaba y ya todos sabían quién era
Había una vez un superhéroe que en más de una
oportunidad le toco poner el pecho para proteger a otros
Había una vez un superhéroe que era, es y
será el mejor súper papá
Había una vez un súper papá que fue también
un súper veterinario, súper doctor, súper trabajador y súper profesor.
Había una vez un súper papá que tenía
virtudes y defectos.
Había una vez una familia que tiene muchas cosas que
aprender de él todavía.
Carlos Rodriguez